PARAGUANÁ… VI TU NOCHE CONVERTIRSE EN DÍA - POR JOSE WEFFER (Relato de la vida real Caso tragedia de Amuay)
Teniente
de Fragata
José
Miguel Weffer Petit
Base
Naval Mariscal “Juan Crisóstomo Falcón”
PARAGUANÁ…
VI TU NOCHE CONVERTIRSE EN DÍA
Érase
una vez, un pedacito de tierra venezolana llamada península de Paraguaná, conocida también como la península
de la amistad, donde existe una ciudad llama Punto Fijo, lugar de Venezuela con
gran productividad nacional por la existencia de las dos refinerías petroleras
más grandes del mundo. En esta ciudad, el viento cabalga fuerte y libremente,
llenando los pulmones de aire patriótico, impulsando como barco de vela en altamar
a sus habitantes, hombres y mujeres luchadores, quienes se levantan con la
aurora, bien tempranito a formar patria a fuerza de trabajo. Ejemplo de ello,
el pescador que se abraza a su barca en busca de los frutos del mar, el agricultor
cosechando Venezuela, el transportista que va en su carrito de aquí para allá
llevando al puntofíjense a su destino y el militar, hombre uniformado que sale
todos los días recordando el juramento que realizó frente la bandera, ese juramento
que hizo al momento de graduarse, donde sembró en su alma y corazón, que su
Venezuela permanecerá libre de todo dominio como el pabellón nacional que
hondea fuertemente con el viento paraguanero.
Punto
Fijo, cuna del marino de guerra, militar catalogado como el señor de
blanco o también
como el caballero del mar, caracterizado por ser leal a su patria, por ser
preparado, honesto, responsable, solidario, entusiasta, humilde y sobre todo,
por enfocarse, en los tres pilares fundamentales como lo son la disciplina, la
obediencia y la subordinación; un ser que además de practicar la formación
cástrense a diario en su lugar de trabajo, es un ser humano integrante de la
sociedad, que siente al ciudadano como parte de su familia y le hace sentir que
en todo momento está presto a ayudarle.
Tal
es el caso, del día viernes 24 de agosto del año 2012, Punto Fijo gozaba de una
noche despejada, muchos de sus habitantes dormían y otros, como el militar, que
se dedicaba a su servicio de guardia disfrutaba el poder observar del titilar
de las estrellas como si fuese una colonia de luciérnagas que tomaban el
firmamento; era una sensación de paz la que se lograba sentir en ese momento.
Ya pasadas las dos de la mañana, los grillos y las ranas cantaban, los árboles
bailaban al son de la brisa… todo era paz, cuando de pronto, un gran estruendo
sacudió la península de Paraguaná como si fuera una hoja de papel, despertando
al puntofíjense y alertando a los hombres de uniforme que aun desconcertados
salen a la calle a ver que estaba sucediendo, observando por un momento que la
oscuridad de la noche había desaparecido y que el día había llegado; en Amuay,
la refinería petrolera había sufrido la explosión de una de sus esferas de gas
licuado, explosión que acabó con muchas casas y establecimientos comerciales,
quitándole el aliento a Punto Fijo porque vio a muchos de sus hijos perder la
vida.
Así
mismo, la noticia se propagó como relámpago en el cielo por todo el país, las
lágrimas corrían sobre los rostros de un pueblo, no podían creer lo que estaba ocurriendo,
tanques de combustibles encendidos como gigantes antorchas que no dejaban
regresar la noche, y la incertidumbre de una segunda explosión se hacía sentir,
el terror estaba sofocando a Paraguaná. Fue allí, donde los hombres del mar,
marinos de guerra por la vida, se despliegan por toda la ciudad a socorrer a
los hermanos caídos que se encontraban bajo los escombros y a restablecer el
orden, el hombre de uniforme al llegar al lugar de los hechos, se desvanece y
deja salir sus sentimientos, las lágrimas y el dolor lo invade al darse cuenta
que el destacamento 44 de la Guardia Nacional Bolivariana había desaparecido,
como si nunca hubiese existido, parecía que un mago había realizado uno de sus
actos y todos tenían la esperanza de que lo volviera aparecer… Los marinos se
preguntaban: ¿dónde están nuestros he manos de armas?
Seguidamente,
la BNFA, casa de los marinos de guerra, Base Naval “Mariscal Juan Crisóstomo
Falcón”, funge como refugio de todos aquellos hermanos damnificados que
perdieron sus casas, y el Hospital Naval “Pedro Manuel Chirinos” abre sus
puertas en auxilio de las personas heridas producto de la explosión, los
militares atienden a sus hermanos brindándoles todo el apoyo que estaba a su
alcance sin descansar, haciéndoles sentir que no estaban solos, levantándoles
el espíritu, dándoles a entender que a pesar de la tragedia ocurrida, ellos
estaban vivos, y de que había un gobierno preocupados por ellos, dispuesto hacer
todo lo posible para devolverle la vida que antes llevaban.
Es
allí, cuando el líder de la Revolución, Presidente de la República,
Teniente Coronel
Hugo Rafael Chávez Frías, llega a la tierra afligida, a tomar las riendas de la
situación, como un jinete experto domando a un caballo salvaje; el mandatario
nacional se trasladó a las zonas afectadas para evaluar la situación y solidarizarse
con los afectados por este incidente. El personal militar se llena de regocijo,
pues su Comandante en Jefe había llegado; y como buen líder, dio aliento a su
pueblo con su palabra de que el gobierno los ayudaría, estando él como punta de
lanza al frente de la situación.
No
obstante, al día siguiente la Base Naval se convirtió en la casa presidencial,
pues, el presidente estaba a bordo para asistir a la misa en honor a los
hermanos venezolanos fallecidos en la tragedia de Amuay, misa que se llevó a
cabo en la cubierta principal del gran navío BNFA, donde él, el pueblo damnificado
y todos los tripulantes de este navío, pidieron a Dios todo poderoso por el
alma de los caídos y por la serenidad de los afectados.
Ya
con la situación controlada, las antorchas gigantes apagadas, la incertidumbre
de una segunda explosión aclarada, el Comandante en Jefe retorna a la capital a
dirigir la situación desde Miraflores. Los marinos continuaron trabajando por
el bienestar del pueblo que se encontraba damnificado, que a pesar de
brindarles todo el apoyo aún se sentían afligidos; las ayudas solidarias comenzaron
a llegar, doctores voluntarios se aproximaron al refugio, recreadores llegaron
a brindaban a los niños momentos de alegría, profesores de deporte realizaron
actividades para distraerlos. La unión cívico militar se fortalecía cada vez
más en pro de buscarles momentos de alegría a los hermanos afectados.
Pocos
días después, el Comandante Supremo y Eterno de la Revolución cumplió su palabra, ya todos los damnificados
tenían sus casas asignadas, la felicidad se lograba respirar en el ambiente, en
pocas palabras, el sol había salido de nuevo para nuestros hermanos ese día, y
el día en que la última familia recibió las llaves de su vivienda, los hombres
de uniforme, tripulantes del gran Navío BNFA, volvieron a su rutina de trabajo
con una sonrisa en el rostro, gritando a sus adentros, gracias COMANDANTE
CHAVEZ, en conjunto hicimos ¡..PATRIA..!
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